*En Centro Histórico de la ciudad de Puebla una vivienda del siglo XVII, remozada con numerosas losas sobre sus paredes con los colores típicos de talavera, fue una curtidora y casa de obraje
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- Entre casonas con fachadas de color rojo, resalta una de dos pisos con siete puertas en el primer y segundo nivel con paredes azul y blanco reluciente: la ex Casa de los Azulejos o la Casona de Talavera, ahora conocida como casa Azulai.
El inmueble, sobre la 2 Oriente a unos pasos de El Parián, que alguna vez estuvo cerca de lo que fue Río San Francisco, destaca sobre las demás por las numerosas losas sobre sus paredes con los colores típicos de talavera, blanco y azul, difícil de ignorar cuando caminas por esta calle.
La casa también es diferente por el estilo de los pináculos de la construcción, tres triángulos al final de cada columna como si se tratara de un castillo.
Se dice que la casona es del siglo XVII, en algún momento le perteneció a Tomás Ochoa Amarillas, un hombre de una familia talabartera que también era propietaria de otros inmuebles por la zona y que se caracterizó por ponerle su propio toque al lugar con herrería y los azulejos de talavera en su exterior.
El nombre de su propietario antes de que fuera expropiado por el gobierno estatal quedó grabado en la fachada. El sitio fue tan relevante que en su momento se le consideró para ser el primer museo de talavera en el estado, quienes la recordaban la llamaban casa de los azulejos por sus acabados con este adorno.
En los recuerdos de algunos, la casona fue una vecindad en la que vivieron en el corazón de la ciudad.
Hay registro de que en 1650 fue una curtidora con una estructura básica de madera y en el siglo XVII en una casa de obraje y en el siglo XVIII y XIX en habitaciones que eran rentadas.
Por años, sus azulejos se deterioraron, perdieron brillo y el azul no fue tan reluciente, la madera se podría y la casa parecía venirse abajo hasta con el aire. Poco a poco recobró algo de lo que alguna vez fue, manteniendo una fuente en su interior tal cual era.
Ahora, en la entrada del lugar permanece una persona que recibe a quienes se van a hospedar en sus habitaciones reacondicionadas, o los que pueden comer en su terraza y ver la ciudad desde este lado de la ciudad.